LOS POSGRADOS CON ENFOQUE INTERCULTURAL ¿RESPONDEN A LA NECESIDAD DE TRANSFORMACIÓN O A LA NOVEDAD MERCANTILIZADA ?
Eliana Rodríguez C.
1. Introducción
La demanda de posgrados universitarios ante los últimos tiempos de cambios, manifiesta matices distintos y cada vez más específicos, no es casual que la mirada y la exigencia de estos haya cambiado en su forma, aunque no en su fondo, siendo su fin último el mismo, sumar calificación más allá de la formación para dar respuesta a la problemática actual, en el mayor de los casos.
Inicialmente, se pretendía analizar dos posgrados específicos de una misma institución, sin embargo, para ese efecto se debían contar con los módulos y material detallado, más allá del título y resumen, tarea complicada en una entidad pública y en días de movilizaciones y paros, en tal razón, en esta breve tentativa de ensayo se tratará de cuestionar si la oferta actual de posgrados responde a la verdadera necesidad de cambio y construcción del nuevo estado o sólo un proceso mercantil de moda, tal como en su momento se convirtió el tema género.
En este entendido, no se quiere juzgar ni valorar los posgrados, a los que abordaremos de manera genérica para evitar susceptibilidades, sino más bien se trata de plantear un ámbito de reflexión y puesta en mesa de discusión de lo que realmente se podría hacer a partir, por ejemplo, de la universidad pública, no solo como parte de su responsabilidad social, sino como parte sine qua non de su obligación social.
2. Debemos ponernos de acuerdo para entendernos cuando se habla de interculturalidad
Cuando se habla de interculturalidad existen muchas fuentes, muchos autores y varias interpretaciones, así como la recurrente aseveración de que la interculturalidad está en un proceso de construcción.
Sin embargo, debemos ponernos de acuerdo que entendemos por interculturalidad, y lo más sensible, motivo de otro ensayo, si es posible la interculturalidad sin descolonización y cual podría o debería darse primero.
“La interculturalidad es una relación y un hecho social y, como tal, se da y se produce de acuerdo con sus contextos; la situación de indio o no indio, es una relación asimétrica; un puente intercultural es el ejercicio de la dignidad.”
“La interculturalidad no es una situación inmóvil; por el contrario implica movilidad cultural. En este sentido no puede pensarse que los grupos culturales permanecen estáticos, conservándose como se cree deben estar, sino que cambian, se adaptan, se apropian de renovadas formas”
“Lo intercultural es, por un lado, un hecho social pero por otro, una dimensión pedagógica de la dinámica social y, como tal, conlleva intencionalidad, el desafío es analizarla: ¿hacia donde apuntamos con ella?”. (Zemelman 2007: 20)
Además, es posible entender la interculturalidad a partir de lo que no es, de la negación de la realidad presente de las asimetrías evidentes y dejando de asociar lo intercultural como reflejo de la de la condición cultural del mundo indígena (Walsh, 2009).
Como señalan Viaña y Claros (2009), citando a Catherine Walsh, quien brinda una definición de interculturalidad con potencialidad de trascender más allá del diálogo simétrico entre culturas: Más allá de un simple concepto de interrelación, la interculturalidad señala y significa procesos de construcción de conocimientos “otros”, de una práctica política “otra”, de un poder social “otro”, y de una sociedad “otra”; formas distintas de pensar y actuar con relación a y en contra de la modernidad/colonialidad, un paradigma que es pensado a través de la praxis política.
Además, existen análisis y percepciones, que construyen la interculturalidad a partir de la experiencia, que la asumen como una lógica de liberación, inherente al proceso de descolonización (Samanamud, 2011).
3. La interculturalidad transversal en la educación superior
Es posible entender la interculturalidad como un eje transversal, ¿se puede transversalizar la interculturalidad?, esta pregunta podemos responderla a partir de lo anterior, “la interculturalidad crítica se entiende como proceso, proyecto y estrategia que intenta construir relaciones – de saber, ser, poder y de la vida misma- radicalmente distintas (Walsh, 2009).
Por lo tanto, la interculturalidad va más allá de un mero eje transversal a ser aplicado a raja tabla, o receta a la cual adecuarse para estar a tono con las nuevas políticas educativas.
“Entender la interculturalidad como proceso y proyecto dirigido hacia la construcción de modos “otros” del poder, saber, ser y vivir, permite ir muchos más allá de los supuestos y manifestaciones actuales de la educación intercultural, la educación intercultural bilingüe o inclusive la filosofía intercultural. Es argumentar no por la simple relación entre grupos, prácticas o pensamientos culturales, por la incorporación de los tradicionalmente excluidos dentro de las estructuras (educativas, disciplinares o de pensamiento) existentes, o solamente por la creación de programas “especiales” que permitan que la educación “normal” y “universal” siga perpetuando prácticas y pensamientos racializados y excluyentes.” (Walsh, 2007: 91)
4. ¿Será suficiente incluir el tema interculturalidad a la currícula de los posgrados?
Si partimos del razonamiento de que no se pueden obtener resultados diferentes pesando con la misma mentalidad o haciendo lo mismo, se debe repensar si los posgrados actuales realmente responden a la necesidad de transformación y a los requerimientos del nuevo estado plurinacional.
Las ofertas de posgrado de las mas variadas, tanto en universidades públicas como privadas, incluyen los mismos denominativos con el aditamento de “intercultural”, como por ejemplo, diplomado en educación superior intercultural, maestría en comunicación intercultural, y como éstas varias, o aquellas que si bien no llevan el aditamento en el denominativo, incluyen un módulo o materia de interculturalidad, quizá con la idea de darle una matiz de currícula actualizada o acorde a los nuevos tiempos, generando competitividad respecto a los otros.
La inclusión de una materia o módulo específico de interculturalidad, o relacionar todo el contenido a este término, no deja de ser meramente informativo respecto a lo que es o puede ser la interculturalidad, sin llegar a su comprensión, a su manejo, su internalización, a la vivencia y principalmente a la conciencia.
“La interculturalidad crítica debe ser entendida como una herramienta pedagógica, la que pone en cuestionamiento continuo la racialización, subalternización e interiorización y sus patrones de poder, viabiliza maneras distintas de ser, vivir y saber, y busca el desarrollo y creación de comprensiones y condiciones que no sólo articulan y hacen dialogar las diferencias en un marco de legitimidad, dignidad, igualdad, equidad y respeto, sino que también- y a la vez- alientan la creación de modos “otros” de pensar, ser, estar, aprender, enseñar, soñar y vivir que cruzan fronteras.” (Walsh, 2009).
Si seguimos la línea de interculturalidad como herramienta pedagógica, entramos en el cuestionamiento de si es suficiente la inclusión, la incorporación de términos, módulos, materias, sin un rediseño real, sin un replanteamiento de fondo, de transformación y aporte a la creación de esos “otros modos”.
Sin una comprensión clara de lo que realmente significa lo intercultural la oferta posgradual de las universidades podrían reproducir la distorsión de la universidades interculturales de México, donde lo intercultural se redujo al tratamiento de temas lingüísticos y culturales indígenas.
Bajo este contexto repetitivo en otros países latinoamericanos que cuentan con población indígena, no es difícil caer en la tentación de reproducir el mismo reduccionismo, asumiendo que lo intercultural parte de un mero reconocimiento de lo indígena, haciendo fácil la tarea de generar ofertas de posgrados no solo alineados a la nueva Constitución política del Estado, sino además una oferta vigente y “moderna”, salvando las exigencias de la demanda de recurso humano formado para afrontar los cambios de un nuevo estado plurinacional.
Una nueva denominación, una nueva materia o módulo no bastan para generar una real y verdadera apropiación del proceso de interculturalidad, como es estéril aislar al proceso de descolonización como ajeno a lo intercultural o electivo, se debe perder el miedo a los nuevos planteamientos, rediseños, cambios radicales en las currículas, que coadyuven a alcanzar a la creación de esas nuevas formas de aprender y vivir.
“Para entender y reconocer, en la labor educativa, la diferencia cultural (en los distintos ámbitos de la vida social), no basta con antropologizar los contenidos y volver constructivistas los modos de transmisión. Por el contrario, el punto de partida de una reconstrucción es la reelaboración crítica de las matrices de sentido que operan como constituyentes de la identidad del trabajo docente, así como del rol transmisor asumido . Es decir, hay una mediación constitutiva de la interculturalidad que está dada por la significación que los docentes otorgan a su trabajo, y esto es un tema de disputa política y pedagógica (Díaz, 2003).
5. Conclusiones
La oferta de posgrados universitarios en su generalidad responden al mercado, a la novedad mercantilista, donde gana más clientes lo que aparentemente está más acorde a los cambios político-sociales, lo que responde a las políticas actuales, que permitirá a los sujetos capacitados ser más competitivos en el mercado laboral, dada la demanda de recursos humanos con perfiles alineados a los nuevos tiempos que vive el país.
Sin embargo, mientras no exista una política clara respecto a la interculturalidad y su aplicación, y no se deje tan abierta la puerta de la diversidad de interpretaciones y se siga con la visión de proceso en permanente construcción, se seguirá divagando y dejando al dibujo libre de algunos intelectuales expertos, con o sin vivencia y real experiencia, para que otros teóricos o inexperto en el tema pero hábiles en el negocio, sigan aprovechando un nicho de mercado bastante fructífero.
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